lunes, 4 de enero de 2010

El despertar

Todo vuelve a la normalidad hoy tras la rutina navideña. Como a todo, uno le acaba por coger hasta lo rutinario a los días sin horarios, en los que lo mejor es levantarse cuando a uno le da la gana. Hoy, al ver a mis hijas irse al cole a las ocho menos veinte, que fuera noche cerrada, ver la nieve por todas partes y sentir el frío, me ha parecido presenciar una estampa surrealista, como de vivir en Laponia, y que te venga a buscar el trineo con los perros, para llevarte a tu sitio de labor. Mi primer pensamiento ha sido "a quién se le ocurre que haya colegio hoy". Eso nos pasa por no vivir en Schleswig-Holstein, Baja Sajonia, o mejor aún en Baviera, donde el día de Reyes es fiesta, y todavía tienen esta semana de vacaciones. En los estados del norte, aunque no sea fiesta, todavía no hay cole esta semana hasta el jueves. Pero en Hamburgo, donde no se hace ninguna concesión, y menos a un católico, hoy es el día de despertar con despertador otra vez y volver a la realidad.

Pero todo tiene sus ventajas. Estoy saturada de ver decoración navideña, aquí instalada desde noviembre, aunque sé que en cualquier momento en las tiendas nos venderán la decoración de Semana Santa (sí, aquí se decora también en Semana Santa) y empezará el despliegue de huevos de chocolate. Siempre se dice que las liebres de Pascua de chocolate son el "reciclado" de los Papás Noeles de chocolate que sobraron de la temporada navideña, así que por eso han desaparecido ya de los supermercados, para volver reconvertidos en cualquier momento.

Y como con todo, cada uno tiene su despertar. Una de mis hijas salta como por resorte de la cama, y antes de que sonara el despertador ya estaba vestida, cuando yo todavía no me había movido de la cama, y ella ya estaba a mi lado, narrándome como siempre sus ideas y proyectos para el día. La otra todavía no se había inmutado y, tan remolona como su madre, se levanta lenta lenta, apurando hasta el último segundo y ha dicho que le parece muy mal no poder dormir más, y que no sigan las vacaciones. Creo que no es difícil adivinar quién es quién. Y yo, he tardado todas estas horas en despertarme, a pesar de llevar ya más de cuatro levantada y hacer que hago. La nieve sigue sin derretirse, no se oye nada (¿pondrán silenciadores en la calle?), pero despertamos al nuevo año, los mañaneros sin dificultades (a los que envidio), y los noctámbulos aceptamos nuestro sino. Habrá que salir a la nieve y al frío. Qué pereza.

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