martes, 5 de enero de 2010

Pre-Reyes y la ilusión

Para mí el día de hoy fue siempre más emocionante que el día de Reyes, pues para un niño, la ilusión es la espera, y estar dudando de si le traerán lo que tan ansiadamente se pidió y todavía recuerdo el no pegar ojo ese día, y despertarme a las seis de la mañana por si ya hubieran venido. También recuerdo pillar in fraganti a mi madre poniendo los juguetes encima de los sillones del comedor. Yo era la que despertaba a mis hermanos al grito de "ya han venido". La noche de Reyes es mágica, y para hacer más soportables los nervios existen las cabalgatas. Aunque no recuerdo haber ido a ninguna, hoy día las hay por todas partes. Esta mañana me ha hecho gracia oír en la tele que la retransmisión es a partir de las seis y media de la tarde. A esa hora los niños alemanes están cenando para estar a las siete en la cama. Si hubiera cabalgatas serían a las tres de la tarde.

A la vez me he acordado de una cosa que me hace gracia en España y es que los regalos se abren en pijama, con la cara sin lavar, algo que aquí sería impensable, pues hay que hacerlo a la luz del árbol y todos vestidos y arreglados. Pero en España somos así, a lo práctico, y hala, se abren los paquetes en ayunas y sin vestir y luego, tras el roscón (siempre lo echo de menos el día 6) se sale de paseo con el carrito de las muñecas o con el coche teledirigido. Siempre me río con el telediario del día de Reyes, cuando muestran a la familia típica en pijama abriendo los regalos, y luego a los niños paseando los juguetes por el parque. Aquí, con este frío no se pasea ningún juguete, y menos con la oscuridad de la noche, pues se dan por la tarde.

En el mismo informativo hablaba una psicóloga que le iba mostrando a la reportera en unas grandes superficies que los juguetes son sexistas, que a las niñas se les enseña a ser madres, a lavar y a ponerse guapas. Si yo pienso que mi juguete favorito era mi Nancy, vestirla y desvestirla, hacerle vestidos yo misma, y que luego además tuve el maletín de peluquería de la señorita Pepis (y la ilusión que me hizo), mientras que mi hermano tenía el Exin Castillos y el Scalextric... puede ser. Pero y lo que me gustaba a mí mi Nancy, y coserle vestidos. ¿Existe sexismo a la hora de regalar a los niños? Seguro. Yo le compré a mi hija mayor un cepillo de barrer en pequeñito, cuando me insistía en barrer con el mío, para que me dejara en paz. Y ella tuvo una época de princesa que le duró tres años. Qué bochorno pasé cuando en el bautizo de mi sobrino en Madrid, durante la comida se puso debajo de la mesa a cantar como Cenicienta mientras limpiaba el suelo con una servilleta usándola como bayeta. Yo nunca he fomentado estas cosas, pero tampoco las he frenado, y si le gustaban las princesas, por qué no. Qué más da con lo que juegue, con tal de que juegue. La hermana, sin embargo, nunca ha tenido esa fase rosa hortera de tiara y zapatos de tacón, y en las jugueterías siempre le han atraído más los garfios, las espadas o las pistolas. La misma educación, pero niñas tan diferentes, y por eso he cumplido los deseos de esta última de tener la armónica que se pidió, que toca como un muchachillo, unos walkie talkies, dinosaurios y cosas así.

Bien, bien. Hasta aquí he conseguido no escribir sobre el reportaje que aparece en El País de hoy titulado: "Discriminada por mujer y (más aún) por madre", cuando al leerlo esta mañana supe que era mi tema del día. Pues no; pero propongo como regalos de Reyes de cara a un futuro juegos para niños y niñas de entrevistas de trabajo de tipo como conseguir que a un hombre le pregunten en una entrevista de trabajo que qué hace con sus hijos cuando no tienen colegio o están malos. Empiezo a pensar, hastiada como estoy del tema, que estos debates tampoco nos hacen ningún favor a las mujeres (y madres "aún"). Por supuesto que hay mujeres que ganan igual que los hombres por los mismos puestos, por supuesto que hay mujeres en puestos de alta dirección hoy día, con hijos, pero más sin ellos. Pero por supuesto que hay discriminación. Y que todo no se puede, ya se sabe. Que me lo digan a mí. Pero yo lo quiero todo: la Nancy, el juego de la Señorita Pepis, los hijos, y el trabajo que me satisfaga. Me lo pido, porque es el día 5 y aún me queda la ilusión.

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