martes, 20 de abril de 2010

El bloguero medio

Como siempre me salgo de la norma. El perfil del bloguero medio de habla hispana es de hombre de unos 30 años. Yo, ni una cosa ni otra, y a mis casi 41 y mujer no cuadro en la media. He leído el informe Bitácoras.com, al que hace referencia El País, que, como no necesita abuela, lo resume bajo el titular "El País, medio más citado en 'blogs'". Como más que la interpretación de El País me interesaba el estudio en sí, lo he leído estos días. Se trata de un análisis de la blogosfera en español, cuyos resultados principales es eso, que se trata en un 78 % de hombres, entre 25 y 34 años, y que el bloguerO publica sobre todo en días laborables, por las tardes, y sobre todo los miércoles y los jueves. Escribe sobre temas de actualidad, internet, música y curiosidades.

Así que no estoy entre el 78 % de hombres que publica, ni lo hago a través del podcasting que ha convertido en un medio muy usado en 2009, y escribo no sobre todo los miércoles ni los jueves, sino casi todos los días, salvo los que la mente no me lo pide por lo densa que está, o cuando cierro por vacaciones. Pero sí que escribo sobre todo de actualidad, aunque sobre todo de mi actualidad o de mis experiencias en referencia a mis mundos, o lo que podría subtitular como "curiosidades". Cito algunos medios de comunicación, como El País, porque a pesar de todo sigue siendo el que más me gusta, pero también a periódicos alemanes, Hamburger Abendblatt (por patriotero) o Bild (por sensacionalista y su enorme repercusión en Alemania) o a la revista Brigitte (por ser sorprendentemente buena como publicación seria de mujeres). No tengo más de un blog, como muchos de los blogueros (hombres, lo tengo que reiterar), pero me tienta desde hace tiempo la idea de crear uno para enseñar alemán o incluso gramática de cualquier idioma.

Meterse en esto es una ocupación como otra cualquiera, como hace sudokus o ver la tele. Y aunque yo no llevo mucho tiempo, como voy ya camino de un año, sí que puedo hacer balance. Mi post más leído es siempre el actual, el que toca cada día (gracias lectores), y el segundo es el que escribí a raíz del programa "Madrileños por el mundo" dedicado a Hamburgo. Es la búsqueda en Google a través de la cual me encuentra la mayoría de la gente que no me conoce: meten "madrileños en Hamburgo" y me encuentran. Luego, algunos de los que me han encontrado buscan "elena en cuerda floja", y me encuentran también.

En tiempos en los que se habla mucho de la propiedad intelectual, los que escribimos por amor al arte, es decir, a la palabra, no pensamos siquiera que se podría vivir de escribir, y lo hacemos de manera gratuita y por placer. Por supuesto que es un ejercicio de vanidad esto de tener un blog. Es tomarse demasiado serio y pensar que uno tiene algo importante que decir. A mí a veces me da miedo perderme en la palabrería, pues lo que no dice el estudio es que no producimos nada de lo que no pueda prescindir el mundo. La nuestra es una modesta opinión de las muchas que hay, sólo que la plasmamos y la colgamos en internet, por si a alguien le interesa, aunque los que la necesitamos somos los autores, para saber dónde y cómo estamos. Si hombre, o mujer, da igual, si 30 ó 50 años también. Somos los blogueros los que no podemos prescindir del medio, y no los lectores de nosotros. Y como parece que llevo en esto una vida, reitero que, aunque me lo haya tomado tan en serio, al comienzo, como con muchas otras cosas que hago, cuando me lo sugirieron mi escepticismo fue inmenso: "no, no, eso no es para mí", y aquí estoy. "Y cómo te cunde, guapa", cito a una prima mía que me dice que sigue mis "andanzas". Pues de eso se trata. Y lo digo en un día en el que he estado a punto de mandar este blog a la porra y para siempre, pues para tajante yo. Pero me contengo. Todavía lo necesito y es mi deber marcar la diferencia frente a ese 78 % de blogueros hombres y jovenzuelos. Ahí me han tocado mi honor.

2 comentarios:

  1. No dejo comentarios nunca pero....¡No se te ocurra dejar el blog!!!Besos

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  2. ¡Ay, gracias, se agradece! Pero con la condición de que cuando me ponga repetitiva, o pesada, o aburra, que me lo diga mi preciado público.

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