También me estuvo relatando que les estuvieron haciendo fotos y se podía elegir "con o sin serpiente". Ahí mi cara cambió, pues ella eligió "con". En la foto sostiene una pitón alrededor del cuello, y eso no le dio miedo, y unas cabras sí.
La actuación circense se resume en lo siguiente: el público se compone de padres, hermanos y abuelos de los niños, todos con cámaras para que todo quede para la posteridad. Es un circo donde los niños se sienten artistas por un día. Pero la realidad es ésta: los padres acaban algo hartos porque salvo la actuación de tu propio hijo, el resto es un poco tostón, y empieza a las seis de la tarde. Además te sablaron, pues la actuación y entretenimiento del crío te cuesta 10 €, y el resto de las entradas 7 € por persona. Las palomitas 2 €, el algodón de azúcar 1 €. La foto de la pitón (o de mi hija) € 5. Y encima, los caballos hicieron sus necesidades en plena actuación cerca de donde yo estaba sentada, y el tufillo era considerable. Para más placer, todo esto se repite el jueves, para la grande. Por suerte no puedo ir, pero como le he dicho a la afectada, lo siento en el alma (aunque me pilló por lo bajinis diciendo lo contrario). Y compadezco a los que tengan tres o cuatro hijos y tengan que pasarse una tarde más en el circo. En fin, un día maravilloso e inolvidable para los críos, y para los mayores algo pesado. Aunque oyendo las conversaciones de alrededor, muchas madres estaban felices de que sus hijos puedan vivir una cosa así, que es una suerte que tengamos el sitio de poner el tenderete, que pobrecitos los niños que viven en zonas de ciudad donde no se puede poner el circo, que qué bien que somos tan afortunados, y vivimos en un mundo tan feliz. Al llegar a casa desinfectamos a la niña en la ducha de tantas "impresiones" circenses, aunque al menos no echaron a los niños como alimento a los leones, porque no había. Ya digo, todo ideal.
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