miércoles, 28 de abril de 2010

Menudo circo

Este es el cole de mis hijas. Al menos esta semana. Es la idiosincrasia de este país, que en primaria le da tanta importancia a hacer malabares como a aprenderse el abecedario (bueno, exagero, pues a esta altura de curso en primero todavía no lo han acabado, tras la w les toca la g ahora, así que son más importantes las acrobacias, cierto). Ayer actuó mi hija pequeña, y mañana lo hace la otra. Reparten a todas las clases en los cinco días que está el circo en el cole, y cada día actúan unos cien niños, de edades distintas. Se trata de un circo cuyo trabajo consiste en ir de escuela en escuela, y ensayar con los niños durante un día el numerito que ejercitarán en público. Había varias posibilidades, y mi hija se fue al cole sin saber lo que iba a ser. A mediodía me relató: la danza del vientre no la quería hacer, porque "es un rollo", con las cabras tampoco tenía interés, aunque no me dio explicaciones (pero yo sé que es porque es mi hija, y le gustan poco los bichos, y menos las cabras, con las que ha tenido alguna mala experiencia en un parque de animales en el que son tan descaradas, que les quitan directamente a los niños las cajitas con la comida), payaso... "eso tampoco", con los caballos... "bueno...", "¿y entonces?", le pregunté, "saltimbanqui" respondió ella. Bueno, le pega. Aunque con el sex appeal que tiene ahora con todos los dientes de delante que se le han caído de golpe me la imaginaba mejor con la danza del vientre...

También me estuvo relatando que les estuvieron haciendo fotos y se podía elegir "con o sin serpiente". Ahí mi cara cambió, pues ella eligió "con". En la foto sostiene una pitón alrededor del cuello, y eso no le dio miedo, y unas cabras sí.

La actuación circense se resume en lo siguiente: el público se compone de padres, hermanos y abuelos de los niños, todos con cámaras para que todo quede para la posteridad. Es un circo donde los niños se sienten artistas por un día. Pero la realidad es ésta: los padres acaban algo hartos porque salvo la actuación de tu propio hijo, el resto es un poco tostón, y empieza a las seis de la tarde. Además te sablaron, pues la actuación y entretenimiento del crío te cuesta 10 €, y el resto de las entradas 7 € por persona. Las palomitas 2 €, el algodón de azúcar 1 €. La foto de la pitón (o de mi hija) € 5. Y encima, los caballos hicieron sus necesidades en plena actuación cerca de donde yo estaba sentada, y el tufillo era considerable. Para más placer, todo esto se repite el jueves, para la grande. Por suerte no puedo ir, pero como le he dicho a la afectada, lo siento en el alma (aunque me pilló por lo bajinis diciendo lo contrario). Y compadezco a los que tengan tres o cuatro hijos y tengan que pasarse una tarde más en el circo. En fin, un día maravilloso e inolvidable para los críos, y para los mayores algo pesado. Aunque oyendo las conversaciones de alrededor, muchas madres estaban felices de que sus hijos puedan vivir una cosa así, que es una suerte que tengamos el sitio de poner el tenderete, que pobrecitos los niños que viven en zonas de ciudad donde no se puede poner el circo, que qué bien que somos tan afortunados, y vivimos en un mundo tan feliz. Al llegar a casa desinfectamos a la niña en la ducha de tantas "impresiones" circenses, aunque al menos no echaron a los niños como alimento a los leones, porque no había. Ya digo, todo ideal.

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