domingo, 25 de abril de 2010

Maratones que dan alas

Jornada de maratón en Hamburgo con lo que aquí llaman Kaiserwetter, es decir el 'tiempo del emperador', término que significa 'día soleado', y que viene de la época del último emperador alemán, Guillermo II. El día de la maratón suele ser siempre así, curiosamente, para lo que puede caer aquí del cielo, y la verdad es que los corredores se lo merecen. Hoy me he ido a verlo por primera vez en mi condición de corredora, pues la última vez fue hará unos 9 años y con carrito de bebé, y cuando me interesaba más la fiesta que observar a los corredores. Y la verdad es que se ve con otros ojos. El esfuerzo es inmenso, e incluso para los que han corrido en "poco" tiempo. He sentido emoción al ver a tanto corredor para tanto kilómetro: 20.000 personas han corrido en la edición 25 de la maratón de Hamburgo. Ha ganado un etíope, como en la maratón de Madrid, que también ha sido hoy, y lo mismo en la clasificación femenina. Cargada de mi cámara he ido observando la carrera desde varios puntos: primero desde Glockengießerwall, la calle de la estación central. Y allí me encontré primero, sin esperármelo, con otro trofeo expuesto en plena calle, éste:
la copa de la Uefa, y emocionarme con esto:
Así de bonito estaba el Alster hoy, y tranquilo, a pesar de los miles de corredores corriendo a su alrededor. Pero hasta para las maratones es tranquilo Hamburgo, pensé. Y como esta ciudad es un pañuelo, en el Alster me encontré con unos amigos españoles, y con ellos esperé hasta ver a un amiguete nuestro que corría, y le vimos. Y continúamos caminando alrededor del Alster pequeño.
El shock nos lo llevamos al pasar por el banco donde trabajábamos y verlo en este estado. Les dije a mis amigos que esto era de blog, y que publicaría diciendo: "así ha quedado el sitio donde trabajaba yo". Da pena. Han dejado sólo la fachada y a saber lo que harán dentro. En ese banco trabajábamos 500 personas, y nos fuimos todos a la calle. Al menos uno corría en la maratón hoy, y voy a mandarles un e-mail a mis antiguos coleguillas de departamento y decirles: "Aquí ha llegado nuestro Dieter, podemos estar orgullosos de él", "Y a esto ha llegado nuestro banco. Carreras incomparables".
Como el no ser corredora te permite pasar del kilómetro 16 al 40 sin cansarte, pues ambos puntos se juntaban en un puente de ida y otro de venida, luego me permití el lujo de irme andando los dos últimos kilómetros de la carrera hasta la llegada. Como he estado por allí cuando han llegado los primeros, no había tanto gentío como habrá habido después, pero el ambientazo era impresionante. Uno de los muchísimos daneses que había corriendo (luego he pensando que a muchos les queda más cercana la maratón de Hamburgo que la de Copenhague, pues encima tienen que salvar mares para llegar allí), al llegar a la meta, para diversión del personal, se ha parado, ha hecho unas flexiones, y ha entrado luego todo chulo. De todo hay.

Y desde luego que mi admiración por la gente tan mayor que corre. Nunca correré una maratón, pero al ver hoy la edad de muchos he pensado que tengo lo menos 10 años para preparar una. Pero no, pero prefiero ir como reportera dicharachera, e informar después. Eso sí, la motivación ha sido enorme, pues al llegar a casa, me he puesto las zapatillas, y a correr... Y hasta me parecía que iba más ligera que los días pasados. Que me dure.

No hay comentarios:

Publicar un comentario