martes, 27 de abril de 2010

Piojos

Desde ayer me pica la cabeza. Desde que mi hija llegó contando que en su clase hay piojos, que una niña los tiene desde el viernes. Ésa por poco viene a jugar a mi casa el otro día, y a veces la suerte nos sonríe, pues al final no vino. Pero los piojos están ahí; no en la cabeza de mi hija, aunque eso se verá, ya que basta con que tenga alguna liendre... (ay, me vuelve a picar la cabeza). De momento vino a casa con dos hojitas: una de información y la otra con instrucciones (y como estamos en Alemania, hay mucho que leer y rellenar). Existe una normativa según la cual estás obligado a informar al colegio de si tu hijo tiene enfermedades contagiosas y entonces le tienes que dejar en casa. Eso está claro, y me parece bien, pero todo esto tiene un nombre, la ley llamada Infektionsschutzgesetz, la' ley de la protección contra infecciones', en su párrafo 34, etc., etc. Y por eso de vez en cuando en colegios o guarderías ponen un papel en la puerta anunciando "Windpocken", varicela, o peor aún "Läuse", piojos, y es algo muy serio.

El de la varicela dejó de asustarme a mí en 2004, cuando mi hija mayor se la cogió en la guardería. Era un mes de mayo maravilloso, con un tiempo divino, y estuve en clausura tres semanas: primero por la mayor, y cuando ésta empezó a salir del asunto, a la semana y pico empezó la pequeña, que lo tuvo peor aún, y como era varicela de foto, escandalosa, cuando ya no contagiaba y osé salir con ella a la calla, en el mercado la gente salía espantada al ver su aspecto. Y su primer cumpleaños lo pasó llena de costras, y las fotos son de chiste, para recordar, y más yo por el trauma que me cogí encerrada tres semanas.

Así que como la varicela ya no me asusta, los piojos sí. Hasta ahora nos hemos librado, y eso que con los pelos de leonas que tienen mis hijas, la probabilidad de que se los cojan es grande. Ayer tuve que inspeccionar, pues la segunda hojita, la de las instrucciones decía que los padres estamos obligados a controlar las cabezas de nuestros hijos y firmar el papel diciendo que lo hemos hecho y que está bien, o que hay piojos, tras lo cual trataremos a nuestro hijo con la locción requerida y a los 8 ó 10 días repetiremos la inspección. Yo miré anoche, con la experiencia que me da haber estado en el "comité de los piojos", das Läuseteam, en el colegio alemán de Bruselas. No es para reírse, pues aquí las madres alemanas organizan todas estas asociaciones con seriedad y conocimiento de causa, y a mí una amiga me metió (o pringó) en tal importante cargo. A la vuelta de todas las vacaciones escolares (y según el sistema alemán son varias veces al año, unas seis veces), un grupo de madres inspeccionaba las cabezas de todos los niños del cole con los peinecitos con los que al parecer no se escapa ni una liendre. A mí me pareció todo muy lógico hasta que una amiga mía que se incorporó posteriormente al equipo "encuentra-piojos" y que es médico, dijo que eso no sirve de nada. Y yo inocente de mí, que me había creído nuestra eficacia, también pensé que lo cierto es que desde que se hacía, el cole dejó de tener las epidemias que por lo visto tenía anteriormente, y yo los tres años allí, los pasé sin piojos. Al llegar al cole aquí en Hamburgo, el colegio estaba en plena epidemia. En una reunión de padres, y por mi experiencia (¡ja!), propuse hacer lo mismo, a lo que una madre se puso histérica y dijo: "yo no consiento que nadie le toque la cabeza a mi hijo". Me quedé sin habla, y pensé que en menudo lugar había aterrizado. Desde entonces no he vuelto a abrir la boca en ninguna reunión, por lo que pueda pasar.

Y ahora tenemos piojos en la clase, y espero que nos libremos. Mi hija contaba a carcajadas que al oírlo un niño de su clase se puso a gritar todo cachondo: "Vamos a morir todos" provocando las risas de toda la clase, aunque no de las profesoras. Y yo le he dicho que está bien reírse, que sólo faltaba, que si no se ríe uno de un piojo... (mientras no me toque, claro, que entonces se me pasaría la risa, pues toca desinfectar y lavar TODO, y si pienso en todos los peluches, desinfectar los sillones, y todo lo de tela que tiene la casa, me da algo). Así que mi hija pequeña hoy, como es una guasona, me ha dicho durante el desayuno: "Tengo un piojo", con lo que a mí se me ha pasado la risa, y le he dicho que esa broma me la puede gastar a mí, que yo me río, pero que ni se le ocurra soltar la gracia en el cole, que entonces la meten en el cuarto oscuro y la aíslan de todos y ENCIMA me llaman a mí para ir a recogerla... Es como decir en el aeropuerto que alguien te ha dado un paquete y que lo llevas en la maleta y no sabes lo que es. Se ha puesto toda seria, pero ahora mismo en el cole se tomarían cualquier piojo en serio, aunque fuera de mentirijilla. Pero qué más da, si no se coge un piojo, se podrá coger una garrapata o lo que sea, pues hoy le toca actuar en el circo. Sí, como lo oyen: en este mundo escolar tan feliz que vivimos aquí les han plantado un circo durante toda la semana en el patio del cole, y a cada clase le toca un día ensayar y actuar. Pero eso será otra entrada de blog. Hoy era el día de los piojos y espero no tener que volver a hablar nunca más de ellos.

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