martes, 16 de junio de 2009

El Alster

Los que conocen Hamburgo sabrán de lo que se trata. Para los que no, imagínense que el centro de Hamburgo es agua, en concreto un lago; dentro de ella hay veleros, canoas, y los barquitos de las visitas turísticas. Alrededor hay caminos, carriles bici, árboles, flores, senderos, esplanadas de hierba, chiringuitos y restaurantes elegantes. Y alrededor de todo esto las casas. Los pobladores de todo este macrocosmos son los miembros de los prestigiosos club de vela y remo (no entra cualquiera en ellos), y corredores, gente en bici, gente paseando al perro, y los fines de semana además domingueros merendando o haciendo una barbacoa en las praderas, y siempre mucha gente paseando.

Hoy me he levantado con ganas de lograr un hito en mi breve carrera deportiva. Si alguien me hubiera dicho hace un año que hoy me iba a dar una vuelta al Alster corriendo, hubiera dicho que ni loca. Pero como nunca se sabe lo mucho que cambia la vida, hoy me he encontrado corriendo los 7,4 kms que tiene el Alster grande y observando a mi alrededor desde mi perspectiva de corredora. Tan sólo me había dado una vuelta, pero andando, en uno de mis primeros años en Hamburgo, en uno de esos paseos que se organizan aquí cuando visitas a alguien. Es muy normal tomar café y tarta (otra de las ceremonias de los alemanes) y luego ir a pasear, para quemar las calorías, por el bosque, por los parques, o por el Alster.

En realidad el Alster es un río, que nace en Schleswig-Holstein, y que llega hasta el centro de Hamburgo y acaba uniéndose al río Elba, a través de canales, pero al que le hicieron este ensanche que le da este aspecto de capricho a la ciudad. Si tuviera que definir a Hamburgo con dos palabras eligiría "agua" y "verde". Y esto no se vive en ningún sitio mejor que en sus orillas.

He empezado a correr a la altura del Krugkoppelbrücke que es digamos la frontera del Alster río con el Alster lago, he seguido por la orilla derecha, dirección centro. Alrededor las mansiones, porque alrededor del Alster viven unos cuantos privilegiados y nadie más. También hay varios consulados y al verlos, empecé a temerme algo que se ha confirmado después. Desde el 11 de septiembre de 2001, las medidas de seguridad en el Consulado Americano han conseguido cortar la calle definitivamente. Lo que empezó de manera provisional, se ha convertido en algo que ha cambiado la estética del Alster, y me parece una vergüenza que el ayuntamiento de Hamburgo lo permita. No lo había vuelto a ver desde hace años, pues los conductores sabemos que está cortado en ese tramo, y evitamos pasar por ahí. El Consulado se ha comido la parte de la calle que le "corresponde" y las vallas de seguridad llegan hasta los caminos de los paseantes y corredores. Me ha causado malestar correr al lado de la valla. Por si fuera poco han plantado bolardos en el camino, para evitar que ningún coche se meta y conduzca paralelo a la valla. Entiendo el miedo y las medidas, pero pienso que deberían haber sido provisorias, pues entonces habría que hacer las mismas concesiones a todo consulado o embajada de país que sufre atentados. Indignante.

Por suerte he tenido unos cuantos kilómetros para quemar la rabia. Otro puente: el Kennedybrücke, y ya me encontraba en la orilla de retorno. Al pasar por el hotel Atlantic, uno de los de lujo de la ciudad, es inevitable no acordarse de la escena de persecución en una película de James Bond en la bola que hay arriba en la fachada. "Hamburgo, escenario para el cine", se lee muchas veces en el periódico. Y yo pienso: pregunten en el extranjero a la gente, que nombren películas donde salga Hamburgo. Nadie sabrá. Pero bueno, dejémosles su orgullo, que sería más justificado si fuera otra película, pero esa es mi opinión.

Veo en el agua la escultura de Stefan Balkenhol. Es una figura de madera de un hombre que flota de pie en el agua, arte en vivo, y tras su instalación hubo diversas llamadas a la policía de gente avisando de que había que rescatar al pobre hombre. Como es parte del paisaje, ya no se inmuta nadie y más porque Balkenhol es conocido y hay más obras de arte suyas por la ciudad. Y llegamos a Schwanenwik, en mi opinión la zona más bonita, por tener las vistas más espectaculares, con todas las torres de las iglesias y del ayuntamiento enfrente (es la foto de cabecera de este blog). Un último tramo, y de vuelta al punto de comienzo, con la sensación de haber visto desde otra perspectiva esta ciudad tan conocida para mí. Curioso es correr también en círculo, con la sensación de que no puedes atajar. Lo gracioso es que te vuelves a encontrar a los mismos corredores en dos puntos distintos, y ya casi te saludan ("casi", que estamos en Hamburgo) y a juzgar lo rápido que muchos corrían pensé en lo de que cuando yo iba, ellos ya volvían, y eso ambas veces.
[Por cierto, una clara de cerveza se dice en alemán Alsterwasser, es decir, 'agua del Alster', sobre todo en el norte de Alemania, así que no se asusten cuando lo vean en la carta de bebidas.]

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