sábado, 13 de junio de 2009

Palabrotas

Anoche, viendo en el cine la película de Steven Sonderbergh sobre el Che Guevara, que era en español con subtítulos en alemán, mi amiga dijo en un par de ocasiones: "¿Ves? Todas las palabrotas las traducen con Scheiße; es que no hay otra" (Scheiße = 'mierda'). Graciosa puntualización, y con gran razón. A partir de ese momento observé, y era cierto. La verdad es que la riqueza de vocabulario malsonante es tal en español que es difícil traducir todos los matices que expresamos, y eso que en esta película a pesar de algunas otras más fuertes ("cojones"), las más utilizadas eran "carajo", "pendejo" y otras corrientes en Latinoamérica.

No voy a hacer listas de palabrotas con sus correspondencias en alemán, pues algunas no las tienen y no quiero sonrojarme innecesariamente con traducciones literales. Pero sí que es divertido constatar lo mal hablados que somos los españoles, y la proliferación de palabrotas en cualquier conversación normal. Por supuesto que existen palabrotas en alemán y muchas personas las utilizan, pero es un cierto grupo de nivel cultural bajo, cuyo nivel de expresión es pobre en general, y salvo algún Scheiße, no oyes muchas en la vida diaria; por eso quizá la traducción tan político correcta en la película. En castellano digamos que cualquiera las utiliza por doquier. Es una forma de hablar y de expresarse, y no tiene que ver con el nivel cultural sino que es nuestra forma de hablar. Por eso, desacostumbrada a tales verborreas, cuando en España oigo las tiradas de palabrotas normales en el habla común no puedo contener la risa en muchas ocasiones. Suena hasta original y con gracejo. Lo más divertido es cuando estás con alemanes que entienden y hablan español y escuchan una conversación de españoles. Llega un momento en el que se pierden, y te empiezan a pedir que les traduzcas las expresiones, o las repiten y entonces suenan graciosísimas con el acento extranjero. Si a eso le sumamos la rapidez con la que hablamos no cogerán ni una, salvo los bien versados, que los hay también. Pero hay palabras que no hay necesidad de traducir; son únicas en su lengua, aunque a veces no sean las más bonitas.

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