jueves, 4 de junio de 2009

Percepciones

Hoy me comentaba una amiga alemana que vive en el extranjero que desde que vive fuera, no soporta muchas cosas de la vida en Alemania. Curiosa apreciación. Que nota las malas caras, la impaciencia de la gente y que antes no le pasaba. Es una amiga a la que conocí en Bruselas durante los dos años y medio que viví allí. Me hablaba de lo relajada que vive en Bruselas, donde no se siente observada, vigilada, y que es pisar territorio alemán, y que se pone en tensión. Me he empezado a reír, y le he dicho que si no recuerda cuando íbamos juntas a clases de francés, cuando hablábamos de las diferencias culturales con Bélgica y yo contaba de cosas que me fastidiaban de Alemania, y que ella no lo comprendía. Y me ha dicho que tengo razón. Ahora sí.

No hay nada mejor para conocer tu propio país que irte a vivir al extranjero. Lo aseguro. Aprendes más del tuyo que de tu nuevo país. Nunca había reflexionado sobre nuestra forma de vida en España, hasta que me fui fuera. Todos vivimos en nuestro país y dentro de él en nuestra burbuja, y nos pensamos que no hay nada más allá de esa forma de vida. Lo sorprendente es que mismo entre los países europeos, que tampoco tienen una forma de vida tan distinta, haya tantas diferencias en la percepción de la vida diaria. Y no te das cuenta hasta que no comparas con otras visiones. Lo malo de todo esto es que te vuelves apátrida, inconformista, y demasiado crítico. Yo me acelero con muchas cosas aquí, pero cuando estoy en España me echo las manos a la cabeza con otras, y lo mismo en Bélgica o en Holanda, los países europeos que más conozco. Así que no hablemos si comparásemos con una cultura asiática, o de otras zonas del mundo completamente distintas, donde se debe de sentir uno como un extraterrestre.

Me encantan las fiestas o reuniones donde se juntan varias personas del mismo país de origen. Da igual de dónde sean, al final se pondrán a criticar o reírse de las cosas que les chocan donde viven ahora, y encontrarán rápidamente puntos a criticar. He oído a alemanes criticar que en otros países los niños tengan tantas horas de clase, por el en su opinión "maltrato psicológico" a los pobres niños, o su queja de que las cajeras de los supermercados sean tan lentas en Bélgica, que la vida sea tan lenta en Bélgica en general, a belgas reírse de la tacañería de los holandeses, a los holandeses reírse de los cabezas cuadradas alemanes y de su falta de humor, a los españoles diciendo que como en España no se vive en ningún sitio, y a las vecinas de mi madre compadecerme por pasar todo el año comiendo mal (y encima sin jamón y chorizo del pueblo). En mi opinión se puede criticar todo, lo malo es si criticas sin saber, si juzgas midiendo a través de tu forma de vida, que es muy legítimo y casi imposible de no hacer. Pero lo difícil es aprender a reírte de ti mismo. Nada más sano que eso. Prueben.

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