martes, 30 de junio de 2009

De la importancia de los idiomas

Por supuesto que no es necesario aprender idiomas extranjeros. Pero si se sale fuera, es cuando uno se da cuenta de la importancia de los mismos. También es fundamental hablar la lengua del país en el que se vive, porque siempre habrá situaciones en las que si no lo pasarás mal. En los años que viví en Bélgica, conocí a mucha gente que decía que no era necesario aprender ningún idioma del país, por ser Bruselas y toda la zona tan internacional, y los flamencos tan políglotas (pero no los francófonos). Esa misma gente es la que en su país critican a los extranjeros que no se integran, pero ellos mismos forman en el extranjero sus guetos y encima con orgullo de especie. Al llegar me dieron un folleto llamado "Bélgica para alemanes" donde aparecía "el" profesor de natación que daba las clases en alemán, "la" profesora de ballet que enseñaba en alemán, "la" farmacia donde te atienden en alemán, los médicos que hablaban alemán, etc. No obstante, hubo miles de situaciones en las que tuve que salir del paso, como cuando mi hija pequeña, cabra escaladora, me hizo tener que llevarla tres veces a urgencias en medio año por caídas serias que tuvo. Apáñatelas en urgencias con médicos que sólo hablan francés, casi nada de inglés, y menos holandés. Eso sí, al pasar por caja (en Bélgica tienes que pagar la consulta al contado y luego te devuelve el seguro el dinero), la que me cogió la visa sabía español (!): me pareció surrealista, tras el sofoco que había pasado con los médicos que sólo hablaban francés, cuando la señora de la ventanilla, al ver mi nombre, se dirigó a mí en español.

Por eso, empeñada además en participar algo de la vida del país, me parece fundamental aprender el idioma, o al menos lo necesario, porque siempre hay situaciones en las que no te ayuda ningún folletito ni nada. Como el otro día, cuando mi prima, sin quererlo, compró aquí salchichas de carne de caballo para llevar a España. Y es que parecían todas iguales.

Una vez, por ejemplo, en un restaurante me pareció bien el plato del día o lo que yo creía que era. Yo entendí algo así como guiso de "una parte" de carne de ternera acompañado de pasta, se lo expliqué a mi amiga americana "Estará bien", dije. De qué parte de la ternera se trataba no lo entendí, pero cuando me lo trajeron y vi que eran riñones, maldije el no saber francés. Al igual que cada vez que venía el fontanero, el señor plombier, que no hablaba más que francés y al ser durante el primer medio año cuando lo necesité, no conseguí entenderme con él ni una palabra ni él conmigo. Me arreglaba los desperfectos, pero nunca conseguí saber lo que me preguntaba y al final se ponía a trabajar y a hacer lo que le parecía. Por eso quizá tuvo que venir un par de veces más cada vez, pues nunca arreglaba del todo lo que era necesario. Las visitas al médico sin saber el idioma son también toda una aventura. En una de mis primeras visitas aquí en Alemania, al oír la frase Machen Sie sich frei, traducido literalmente como 'hágase Usted libre' me quedé tan pancha pensando en que qué amables eran, por decirme que me sintiera a gusto o algo así; pero cuando volvió a entrar la enfermera y dijo algo del jersey, toda enfadada, comprendí que lo que tenía que hacer era desnudarme. Al contarlo en casa me dijeron que esa expresión significa 'que te desvistas'. Igual que la palabra Stuhlgang, 'defecación', no tiene nada que ver ni con ninguna silla, ni con ningún ascensor, Fahrstuhl, como una vez confundí, para deleite de los que me estaban escuchando: en vez de decir que subí en ascensor dije que subí en la defecación (ay, el vocabulario técnico). O también es importante diferenciar schwul ('homosexual') de schwül (cuando hace bochorno), dos palabras que sigo evitando, por si acaso. O la vez que dije que "estoy para su seducción" (ich stehe zur Verführung) cuando lo que quería decir era "estoy a su disposición" (ich stehe zur Verfügung). Como ven hay que tener mucho cuidado...

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