domingo, 7 de junio de 2009

Los cumpleaños

Superada la fiesta infantil de hoy correspondiente al cumpleaños de mi hija pequeña, es divertido hacer balance. Son cumpleaños con hora exacta de llegada y hora exacta de recogida. Si dices a las tres, a esa hora llegan todos los niños, ni un minuto más ni uno menos, y si dices que la hora de recogida es a las seis, llegarán todos los padres puntuales. En eso son muy correctos los alemanes, y nunca tienes la sensación de que abusan ni un minuto de ti. Por eso yo voy siempre a la carrera cuando mis hijas están en casa de alguien, pues con la fama de poco puntuales que tenemos los españoles, si me retraso un minuto les doy pie a que piensen que es una ley irrefutable, y el orgullo pica. De momento no tengo mala fama de impuntual. Pero no suelo ser la primera tampoco; no lo consigo. Pero me imagino que el margen de llegada en España será mayor, con alguno que llegue tarde a recoger al niño y diga: "Es que había atasco", o "es que estábamos en el centro comercial, y mira, se nos ha pasado la hora". Imposible aquí. Y si llegaran tarde, aunque fueran cinco minutos, te llamarían para avistarte.

Lo divertido fue durante la merienda, la conversación de las niñas visitantes. No sé cómo empezaron a hablar de lo que quieren ser de mayores (todas tienen 5 ó 6 años). Dos quieren ser policías (ha surtido efecto la visita a la comisaría el otro día), una "Beraterin", es decir, asesora, y yo le pregunté que de qué. No me supo dar más explicaciones, lo cual me dejó aliviada, pues me hubiera dejado patidifusa si me hubiera dado más detalles de si asesora de impuestos, o de empresas, o alguna otra posibilidad. Lo mejor es que mi hija les dijo a todas que ella no sabe todavía lo que quiere ser. Y yo pensé: "¡Ésta es mi niña!", y me sentí orgullosa.

Luego tienes que organizar la fiesta con toda la pedagogía de la que puedas echar mano: nada de cumpleaños en sitios esos de bolas, como se llaman en España, y hay que organizar juegos, manualidades y demás actividades para las que yo no sirvo (por suerte tengo otra hija alemana que me hace de "asesora" por la experiencia que tiene de tantas fiestas a las que ha ido). No podrás servir bebidas "peligrosas": refrescos tipo Coca Cola, Fanta o Sprite están prohibidos; es una ley no escrita que todo el mundo conoce, hasta las madres extranjeras como yo.

Muchas veces envidio a nuestras madres, que no se rompían la cabeza con estas cosas. Yo no celebraba mi cumpleaños de niña, salvo con la familia, y nunca con otros niños del cole. Hoy día tanto aquí como en otros países, los padres nos sentimos obligados a celebrar a lo grande, porque no quieres que tu hijo sea diferente a los otros. Cualquiera le dice al niño, que va a fiestas de cumpleaños de lo más variopintas (aquí les invitan a montar a caballo, o a una visita guiada al centro del medioambiente cercano, o a hacer manualidades con algún profesional), que no haces nada ese día. Tras tanto cumpleaños tan espectacular, no es de extrañar que mis hijas digan que si "sólo" vamos a celebrar en casa. Yo les digo que las alternativas son "sólo" o "ninguna fiesta", pero por más que quiera, no consigo liberarme de las otras ataduras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario