Sólo en la Comisión Europea trabajan 27.ooo personas. Cuando me contó este dato una funcionaria alemana de la Comisión durante un vuelo, comprendí por qué siempre tenía la sensación de que media Bruselas trabajaba ahí. Bueno, Bruselas tiene un millón de habitantes, pero si sólo en la Comisión trabajan tantos, y seguimos sumando todos los grupos anteriores...
No soy una gran defensora de Europa en cuanto a ampliar y ampliar a todos los países y pretender que es posible una unión más que económica o de ciertas políticas. Pienso que España ha ganado mucho desde que es miembro, y Europa disfruta desde su creación del período más largo de paz de su historia, argumento muy manido pero cierto. Una vez leí un artículo en el que calculaban el gasto anual de cada europeo para mantener toda la parafernalia en 15 euros. Creo que es un gasto que merece la pena, a pesar de todo. Se han tomado decisiones que eran necesarias y se ha regulado en materias donde había que hacerlo. Un sinsentido es por ejemplo que el Parlamento Europeo se traslade una vez al mes a Estrasburgo: cinco mil funcionarios se ponen en camino con todas las actas y todo lo que necesitan para las sesiones plenarias durante cuatro días cada mes, y esa sede está vacía el resto del año. Estrasburgo no quiere perder los privilegios que esto le supone: pensemos, por ejemplo, en los hoteles y restaurantes que se benefician de tal considerable visita mensual. Seguramente habrá muchos más puntos en los que se podrían recortar gastos, sin duda.
Recomiendo visitar Bruselas a comienzos de mayo, porque el primer sábado de ese mes es la jornada de puertas abiertas de Europa. Yo aproveché las tres primaveras que pasé en Bruselas para darme un baño europeo, y cada año visité una de las instituciones importantes (la Comisión, el Parlamento, y el Consejo) y varias de las otras representaciones. Es un día en el que las instituciones tratan de hacerse transparentes y todo el que quiera se puede sentar en las butacas del Parlamento o la Comisión, pasearse por los pasillos, mirar desde las ventanas y llevarse material informativo a casa. Y aunque no lo quieras, ese día te sientes algo más europeo.
Aunque todo parezca un entramado innecesario, en el Parlamento Europeo se toman decisiones que nos atañen a todos, y por eso hay que ir a votar, tratando de ignorar el uso que se hace internamente en cada país de estas elecciones, desviando la atención de que lo que se decide es nuestro futuro como europeos. Considero que es nuestra obligación votar. Yo siempre pienso en las personas que han perdido su vida en todo el mundo por conseguir el derecho al voto, y no creo que sea un "castigo" a nadie el no ir a votar, salvo al propio ejercicio de libertad como ciudadano (europeo).
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