Pero sí puede serlo un viaje de fin de curso. Ella iba desde luego decidida a pasarlo mal, y no ha puesto ningún esfuerzo por su parte, pero sus críticas eran:
- "no había agua sin gas para beber, sólo con gas"
- "hacía mucho frío; no me he quitado el forro polar en toda la semana, y los demás niños, para los que esas temperaturas son verano, iban en manga corta y pantalón corto"
- "no nos daban comida caliente al mediodía, sólo un bocadillo, que encima teníamos que hacer nosotros y hasta la tarde nada decente que comer..."
- "... si es que a la comida se la puede llamar decente; las espinacas parecían algas"
- "de todas las cosas bonitas que me enseñaste de la isla Sylt [antes del viaje le enseñé fotos de una revista sobre la isla], no hemos visto nada; sólo nos han llevado a ver el Wattenmeer y un centro de metereología"
- "el centro de metereología nos lo podíamos haber ahorrado, pues no necesito ver en ningún sitio que puede haber tempestades y hacer mal tiempo, viéndolo en vivo a diario"
- "y el Wattenmeer...: tuvimos que andar descalzos, pisé un mejillón, me hice daño y estaba todo lleno de gusanos y cangrejos. Y encima el tipo que nos lo explicó se comió uno de los gusanos famosos delante de nosotros".
El Wattenmeer es un parque nacional en el Mar del Norte. El flujo de las mareas hace que en este mar de poca profundidad queden durante varias horas del día kilómetros de superficie sin agua y se pueda atravesar a pie, desde tierra firme hasta las islas por ejemplo, y el suelo es una mezcla de fondo marino y de sedimento de la arena de la playa y en él viven muchas especies autóctonas de la zona, como el famoso Wattwurm, el más importante del parque nacional. Durante la visita, el guía les dijo a los niños que se pueden comer, que son muy saludables, a lo que un niño respondió que adelante, que se lo comiera. Y el hombre le respondió que sólo si él se comía otro después. El hombre se metió el gusano en la boca y lo masticó ante los estupefactos niños. El niño que lo retó se rajó, pero otro se lo comió, y otra niña se metió el bicho en la boca y lo acabó por escupir. Mi hija estaba horrorizada, y lo primero que contaron los niños al llegar a la estación fue la escena del gusano.
Seguramente los niños alemanes no se consideren los más felices, teniendo en cuenta las duras pruebas que deben pasar. Por tanto, ¿quién dice que haya que medir la felicidad en aspectos subjetivos como la familia, el éxito o fracaso escolar, o mismo la percepción que ellos tienen de sí mismos y su entorno? Un viajecito o un gusano pueden cambiarlo todo.
Pues entonces ,Maria Elena,ya tu hija a visto dónde vivo.Vives en Hamburgo? yo en Heide ,un cordial saludo
ResponderEliminarignacio