lunes, 1 de junio de 2009

La vida sana

Otra jornada festiva en Alemania, Pentecostés, en la que hemos visitado a unos amigos. Son de estas amistades que tiene uno desde hace mucho y con los que en realidad ya no tienes nada en común, y probablemente nunca lo tuviste, pero te lo parecía al menos. Pero la amistad sigue, ya sea por obligación, por compromiso, o porque en un mejor momento te pringaron para que fueras padrino o madrina de uno de sus hijos. Y hay "obligaciones" que te persiguen para siempre. Pues bueno, cuando te juntas, al final confirmas que te lo pasas bien con ellos, por diferentes, raros, y porque su vida no se parece en nada a la tuya, y por eso es divertido verse, aunque sea una vez al año, o cada dos, y volver a confirmar las mismas cosas otra vez. Aunque pienso que habría que preguntarles a ellos y seguro que dirían que los raros somos nosotros:

- porque hemos vacunado a nuestras hijas: sus hijos no están vacunados contra nada, ni contra el tétanos, ni la polio, ni nada; pienso que es algo muy peligroso, pero ellos opinan que los que perjudicamos a nuestros hijos somos los que les vacunamos;
- porque las llevamos a una escuela normal y no a una escuela de pedagogía Waldorf, donde no se trata de aprender a leer y a escribir de la manera tradicional, sino jugando, con creatividad, sin presión, sin ataduras, con libertad, y donde se convertirán en seres humanos mejores; pregunten a todos los fans de estas escuelas;
- porque no vivimos en el campo, en vez de en la ciudad: aunque en Hamburgo vivir en la ciudad signifique vivir muy tranquilamente y rodeado de verde, no es suficiente. Es la gran ciudad y los niños no pueden andar medio desnudos en el jardín y pasearse por los aldedores sin zapatos, ni les picarán las garrapatas que hoy nos comentaban que les pican habitualmente a sus hijos; pero viva la vida natural;
- porque no plantamos nuestras propias lechugas o nuestras finas hierbas para condimentar los alimentos. Mientras ayudaba a mi amiga a cocinar, tuve que superar cierto bochorno cuando me mandó fuera a buscar orégano fresco y otras otras hierbas aromáticas para las patatas. Para mí el orégano procede del bote del supermercado... Volví sin saber cuál era, al igual que tampoco encontré otras que me pedía. Lo peor fue el bochorno al darme cuenta de que mi hija mayor, de ocho años, entendía de hierbas no envasadas más que yo; al fin y al cabo va a un cole aquí, donde, aunque no sea Waldorf, les enseñan mucho más de la vida sana que lo que yo aprendí a su edad;
- porque no trato de que mis hijas sean vegetarianas: mi amiga ha intentado por todos los medios que sus tres hijos lo sean, ya que ella lo es por convicción, lo cual respeto, pero ha fracasado: sus hijos se han zampado hoy las mismas salchichas y chuletas que se han comido las mías.

Y podría continuar. Es un tipo de gente que se da con mucha frecuencia aquí. Son los "anti-todo", como yo los llamo, y junto a ellos los demás nos sentimos conformistas, aburridos e insalubres, por perjudiciales para el medio ambiente. Pero sobre todo la mar de tolerantes ...

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